jueves, 7 de febrero de 2008

EL VOTO Y LA UTILIDAD

"El utilitarismo es un marco teórico para la moralidad, basado en una maximización cuantitativa de consecuencias buenas para una población. La moralidad de cualquier acción o ley viene definida por su utilidad para la humanidad. Utilidad es una palabra que significa que las consecuencias positivas deben estar maximizadas. Estas consecuencias usualmente incluyen felicidad o satisfacción de las preferencias. El utilitarismo es a veces resumido como "el máximo bienestar para el máximo número de personas".

En el campo de la ética, Mill defendió una suerte de matizado utilitarismo en el que pueden entreverse influencias de Bentham y en el que introdujo una constante preocupación por incluir en el concepto habitual de «utilidad» las satisfacciones derivadas del libre ejercicio de la imaginación y la conciencia crítica. Políticamente mostró siempre un gran entusiasmo por la forma democrática de gobierno atemperado por el pesimismo sobre la incidencia real en el bienestar social de su práctica.

He preferido iniciar esta entrada con dos cortes que miles de millones de personas pueden localizar en la primera pagina de nuestra amiga Wikipedia. Tiene esto la ventaja de dar entrada en nuestro humilde blog a la familia Mill, James y John Stuart, padre e hijo, economistas y reformadrore sociales del S.XIX para quienes la medida del éxito está o estaría en el mayor grado de utilidad que quiere decir satisfación o felicidad. Podríamos proponernos contar las unidades de utilidad o felicidad que podemos alcanzar y convertir nuestra cuenta corriente o nuestros metros cuadrados en paquetes de satisfación.

Como no puede ser menos en estos días de desolación van apareciendo los mensajes machacones a propósito del voto y en especial del voto " útil "; hermosa palabra.

Si la esencia de esta variedad de democracia es precisamente la posibilidad de cambiar de gobierno mediante el voto periódico no hay nada más útil que votar, esto es: votar.....a quien sea...

Las opciones electorales al margen de los grandes partidos son vistas como anecdóticas no sólo ni precisamente por los dirigentes o militantes peperos o sociatas, sino, para mayor escarnio, por los votantes indecisos o por nuestros mejores amigos. El caso de Ciudadanos es en este caso ejemplar....

Los votos de aluvión a los grandes partidos disfrazados o no de votos útiles no proporcionan " utilidad ", lease " felicidad", a quienes los emiten. Son, en rigor los votos de la resignación. Los diputados de las mayorías se eligen en listas cerradas y bloqueadas, muy numerosas y podría figurar en ellas el caballo de Calígula que, en uso de la ley D`Hont, sería uno más.......e igual de callado que los demás elegidos por la lista mayoritaria y por la segunda lista:un mínimo de 290 o 300 sobre 350 aunque no hicieran campaña y se pasaran el día peleando groseramenbte entre sí.

Las minorías con nuestro actual sistema están muy poco representadas en el Parlamento y sus votos casi no se contabilizan, el caso más sangrante es Izquierda Unida, y, podría serlo UPyD o nuestra propia opción: CIUDADANOS- PARTIDO DE LA CIUDADANIA.

La eventual elección de diputados en nuestras listas tendría un valor incalculable precisamente por la enorme dificultad que representa obtenerlo y los votos recibidos un plus de mérito; expresaría sin duda la utilidad del voto, la satisfación del votante valiente y maduro que vota a quien cree y no a la inercia de quienes, de todos modos van gobernar en caso de derrota ( en su casa) o en caso de victoria ( en casa de todos).

R. Rodrigo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Además del voto útil, se ha generado últimamente el voto "en contra". Tendríamos que resucitar a nuestros sabios decimonónicos para que estudiasen los motivos que incitan a un ciudadano a votar en contra de un partido.
No son uno ni dos, si no muchos los que prefieren que su papeleta sume a una opción política que no es la suya y que no defenderían ni tan siquiera con unas copas de más, para que no salga el que se espera va a salir.
Es un razonamiento del estilo de "aunque soy socialista, como no quiero otros cuatro años con Zapatero, voto a cualquier otra opción (normalmente PP) para que tenga más posibilidades". Es una especie de negación infame del derecho democrático a decantarse por alguna de las listas que se presentan. Y eso, si es que no reivindican su "derecho" a la abstención.
Hablaban esos sabios de la satisfacción derivada del libre ejercicio de la imaginación y la conciencia crítica. Los que así piensan ¿se sentirán más felices? ¿más ciudadanos? ¿más satisfechos? Creo que no. Que el granito de arena que aportamos los demócratas al introducir nuestro voto en la urna, no puede derivar en satisfacción alguna si es que, conscientemente, se lo damos a la opción equivocada.

Magda

Anónimo dijo...

Votar con la vesícula biliar y no con el corazón es una consecuencia de la ley D'Hondt y de las listas cerradas.