lunes, 14 de enero de 2008

TIEMPO DE REBAJAS

TENGO EL "CORASÓN PARTÍO"

Por Magdalena González


Cuando los dos partidos políticos mayoritarios se han puesto de acuerdo para eliminar el Impuesto sobre el Patrimonio, no he podido evitar acordarme de la famosa canción de Alejandro Sanz sobre el "corasón partío".
Siempre es una buena noticia para todos que se eliminen impuestos. Una parte de mi, se alegra. Sobre todo teniendo en cuenta el destino que nuestros dineros tienen últimamente. Como dice mi compañero de blog, estamos ahítos del abuso del tesoro público que hacen los partidos institucionales.
Pero otra parte lamenta que sea precisamente el Impuesto sobre el Patrimonio el que prometan suprimir.
Me explico. Cuando se creó este impuesto, con la primeras reformas fiscales de la democracia, se hizo para controlar los posibles dineros fraudulentos de los ciudadanos. La cuenta es fácil. Si parto de un patrimonio de 100 a 1 de enero y resulta que a 31 de diciembre tengo 110, quiere decir que he tenido que ganar y declarar en mi IRPF 15 para poder vivir de 5 y aumentar 10 en forma de ahorro, inversiones, inmuebles, etc. Si sólo he ganado 15 y resulta que me he comprado un cochazo de 20, un barquito de 10 y un chalet por un neto de 40 (precio de compra 100-60 de préstamo, por ejemplo), pues o me ha tocado la lotería o he de justificar razonablemente ante la Agencia Tributaria el origen del dinero con el que he comprado todos esos bienes.
Es decir, que más que un impuesto recaudatorio es una declaración de control. Y por eso me parece importante mantenerla. El ejemplo es muy parco, pero creo que se ve perfectamente el objetivo que en su día perseguían sus impulsores.
Con buen criterio, algún lector me dirá que las “grandes fortunas” disponen de medios para ocultar estos posibles tejemanejes y para ello constituyen sociedades patrimoniales y ponen a su nombre el chalet de Baqueira, el apartamento en La Toja y la lancha motora. Bien. Vale. Esa sociedad estará sujeta al Impuesto de Sociedades y, como tal, deberá de declarar sus beneficios o plusvalías en las ventas o gestiones del patrimonio. Y además, como cualquier otra sociedad, deberá de cumplir los requisitos habituales impuestos a las mercantiles: controles, auditorías, inspecciones, publicación de cuentas en el registro, etc. Y al final, por larga que sea la escalera o la pirámide, seguro que hay una persona física que posee una o varias sociedades, cuyo valor anual en función del balance al cierre del ejercicio también se declara en el I.P.En mi opinión, es un instrumento apto para “cuadrar” las cuentas anuales de los ciudadanos con el fisco. Así que para no fenecer con el corazón partido, propongo una solución intermedia: dejar el impuesto como una simple declaración anexa a la renta, sin que devengue cuota impositiva.

4 comentarios:

Valerian dijo...

Al respecto, sólo pido que en la parte que haces números, sea reescrita para una mayor aprehensión de la misma.
porque si a 31 de diciembre tienes 110 ¿por qué tienes que declarar 15?
sólo apuntar que los temas fiscales están poco implantados por general y conviene explicarlos, de forma más machacadita si cabe (que ya lo está)

Anónimo dijo...

yo me eturrullo siempre con los números...para ese rema soy el mas gandul de los hombres...pero me parece que saqué la misma impresión que el amigo Valerian.
Por otrav parte la declarción de patrimonio siempre ha tenido un carácter de fuente de información para el poder....y ya se sabe que quien tienela información...pues eso

Anónimo dijo...

La siguiente vez que haga un comentario prometo no quitarme las gafas de cerca y revisar la ortografía

Anónimo dijo...

Pues desde mi perspectiva de "casi treintañera hipotecada" sólo puedo argumentar que, efectivamente tiene una función de control reseñable y, por supuesto, de qué me sirve a mí qu e me quiten un impuesto que no pago... Con lo cual, como siempre, qué buenos son nuestros políticos que eliminan impuestos... ¿y a quien? porque a mí no me ha tocado nada...